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El precio de nuestra redención

Texto bíblico: Marcos 15:25,33-37
33 Cuando llegó la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que traducido significa, «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?». 35 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: «Miren, está llamando a Elías». 36 Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, dio a Jesús a beber, diciendo: «Dejen, veamos si Elías lo viene a bajar». 37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: «En verdad este hombre era Hijo de Dios»

Introducción:
La cruz no solo fue un instrumento de tortura, sino también el altar de nuestra redención. Gálatas 3:13 dice: “Maldito todo aquel que muere en un madero”.
El sacrificio de Jesús en la cruz es el evento más trascendental de la historia humana. Tan grande es la maldad y el pecado del hombre, que se requirió del supremo sacrificio del Hijo unigénito de Dios para poder redimir al hombre de la condenación eterna.
La biblia dice en Efesios 1:12 que Dios nos creó para alabanza de su gloria, pero la desobediencia separó al hombre de Dios.
La desobediencia del hombre trajo como consecuencia la separación entre Dios y el hombre. La maldición del pecado condenó a la humanidad a la muerte eterna. Pero Dios en su infinito amor ya tenía un plan redentor: enviar a Su Hijo unigénito para pagar el precio por nuestra salvación. Jesús, siendo Dios, se hizo hombre para cargar con nuestros pecados y sufrir el castigo que merecíamos. 14Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. San Juan 1:14
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 1 Cor. 5:21″.
No hay precio material que pudiera redimir las almas humanas. 7. Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él, 8. porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre. Salmos 49: 7, 8

 

I. La agonía del Huerto (Mateo 26:36-46)
a) Jesús conocía lo que tenía que pasar y cómo humano, su alma se angustió y entristeció hasta la muerte (v.37, 38). Su angustia era de tal grado que su sudor eran como grandes gotas de sangre.
b) En profunda angustia, oró tres veces pidiendo que la copa pasara de Él (v.39 ,42, 44)
c) Pero se sometió a la voluntad del Padre, dispuesto a beber la copa (v.39,42)
d) Los discípulos no pudieron velar con Él en ese momento crítico (v.40-41) y lo abandonaron

 

II. Los atroces padecimientos de la cruz (Marcos 15:16-39)
a) Fue azotado, escupido, abofeteado y escarnecido (v.16-20) Isaías 53:4-7
b) Fue clavado en la cruz, sufriendo dolores indescriptibles (v.24-25)
c) Fue abandonado por su padre: 34 Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que traducido significa, «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?», en la cruz cargó con el enorme peso de la maldición del pecado (Gálatas 3:13)
Marcos 15:33 dice que por tres horas hubo tinieblas como señal del abandono de Dios a su hijo a causa del pecado de todos nosotros, ese abandono aparente de Dios era necesario para que el plan redentor se consumara.
c) Jesús sintió la separación eterna que el pecado produce para con Dios, Jesús siendo sin pecado, fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21)

 

III. La consumación de nuestra redención (Juan 19:28-30)
a) Al finalizar la obra, exclamó con satisfacción: «Consumado es» (v.30) Finalmente, encomendó su espíritu al Padre y expiró (Lucas 23:46)
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. San Juan 4:34
Pablo dijo 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 1 Timoteo 4:7
b) El velo del templo se rasgó, el camino al Padre quedó abierto (Mateo 27:51) 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16
c) Un aparente fracaso se convirtió en la más grande victoria.
Se imagina a los discípulos y todos los seguidores de Jesús, aun satanás celebrando su victoria sobre Jesús
Al tercer día resucitó triunfante sobre la muerte y el pecado
5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí, sino que ha resucitado Lucas 24: 5, 6
(1 Corintios 15:53-57) 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?m 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 2:6 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

 

Conclusión:
¡Alabemos la gracia infinita de Cristo en la cruz! Por amor, cargó con nuestros pecados sufriendo el abandono del Padre. Pero de su grito desgarrador «¿Por qué me has desamparado?» brotó la victoria del «Consumado es». ¡Resucitó venciendo la muerte!
Hoy, por su sacrificio perfecto, el camino al Padre está abierto. Sus manos perforadas son las marcas de nuestra redención. Acudamos con fe a los pies de la cruz. Allí hay perdón, vida eterna y «oportuno socorro» en nuestras aflicciones.
¡Gloria al Cordero inmolado que con su sangre nos redimió! Que el mensaje de su amor victorioso en la cruz inspire a multitudes. En Él resplandece la esperanza para la humanidad pecadora.

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