Versículo base: Juan 3:3
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Introducción
¿Qué significa ser cristiano? ¿Es simplemente seguir una religión, una doctrina, una moral o una tradición? ¿Es solo asistir a una iglesia, leer la Biblia, orar y hacer buenas obras? ¿Es solo creer en Dios, en Jesús y en el cielo? La respuesta bíblica a estas preguntas es no. Ser cristiano es mucho más que eso. Ser cristiano es experimentar un cambio radical y sobrenatural en nuestra vida, que solo Dios puede producir. Ser cristiano es nacer de nuevo.
El nuevo nacimiento es una expresión que usó Jesús para enseñarle a Nicodemo, un líder religioso judío, la necesidad y la naturaleza de la salvación (Juan 3:1-21). El nuevo nacimiento es la obra de Dios por la cual nos da una nueva vida, una nueva identidad, una nueva relación y una nueva esperanza. El nuevo nacimiento es el fundamento y el principio de la vida cristiana.
En este estudio bíblico vamos a explorar lo que dice la Biblia sobre el nuevo nacimiento, y cómo podemos aplicar sus enseñanzas a nuestra vida.
Desarrollo
1. La necesidad del nuevo nacimiento
La Biblia nos dice que todos necesitamos nacer de nuevo, porque todos somos pecadores y estamos separados de Dios. El pecado es la rebelión contra Dios, la transgresión de su ley, la corrupción de nuestra naturaleza y la causa de nuestra condenación. El pecado nos hace enemigos de Dios, esclavos del diablo y ciegos a la verdad. El pecado nos impide ver y entrar en el reino de Dios (Juan 3:3, 5).
El reino de Dios es el dominio soberano de Dios sobre toda la creación, donde él manifiesta su justicia, su amor y su gloria. El reino de Dios se hizo presente en la persona y la obra de Jesucristo, el Rey prometido, que vino a anunciar las buenas nuevas del evangelio, a liberar a los cautivos del pecado y a establecer su reinado eterno. El reino de Dios se consumará cuando Cristo vuelva a juzgar al mundo y a renovar todas las cosas. El reino de Dios es el destino final y el mayor anhelo de todo cristiano (Marcos 1:14-15; Lucas 4:18-19; Apocalipsis 11:15; 21:1-5).
Pero para ver y entrar en el reino de Dios, no basta con tener una religión, una moral o una tradición. No basta con asistir a una iglesia, leer la Biblia, orar o hacer buenas obras. No basta con creer en Dios, en Jesús o en el cielo. Es necesario nacer de nuevo. Es necesario recibir el perdón de nuestros pecados y la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo. Es necesario ser transformados por el poder del Espíritu Santo y someternos a la voluntad de Dios. Es necesario dejar atrás nuestra vieja naturaleza y vivir conforme a nuestra nueva naturaleza (Juan 3:16-18; Efesios 2:1-10; 2 Corintios 5:17).
2. La naturaleza del nuevo nacimiento
La Biblia nos dice que el nuevo nacimiento es una obra de Dios, no del hombre. El nuevo nacimiento no depende de nuestra voluntad, nuestro esfuerzo o nuestro mérito. El nuevo nacimiento depende de la gracia, el propósito y el poder de Dios. El nuevo nacimiento es un milagro divino que solo él puede realizar (Juan 1:12-13; 3:6-8; Tito 3:4-7).
La Biblia nos dice también que el nuevo nacimiento implica dos agentes divinos: el Espíritu Santo y la Palabra de Dios. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, que procede del Padre y del Hijo, y que obra en el mundo y en la iglesia. El Espíritu Santo es el que convence al pecador de su culpa, le regenera, le da fe, le bautiza, le sella, le habita, le santifica y le capacita. El Espíritu Santo es el que produce el nuevo nacimiento en el creyente (Juan 3:5; 16:8-11; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14; 4:30).
La Palabra de Dios es la revelación escrita de Dios, que contiene la ley, los profetas, los salmos y el evangelio. La Palabra de Dios es inspirada, infalible, autoritativa y suficiente. La Palabra de Dios es viva, eficaz, penetrante y juzgadora. La Palabra de Dios es el instrumento que usa el Espíritu Santo para comunicar la verdad, la gracia y la salvación. La Palabra de Dios es el medio por el cual nacemos de nuevo (Juan 3:34; 2 Timoteo 3:16-17; Hebreos 4:12; 1 Pedro 1:23).
3. Los resultados del nuevo nacimiento
La Biblia nos dice que el nuevo nacimiento produce varios resultados en la vida del creyente. Algunos de ellos son:
- Una nueva vida. El nuevo nacimiento nos hace pasar de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la condenación a la salvación. El nuevo nacimiento nos hace participar de la naturaleza divina, del carácter de Cristo y del fruto del Espíritu. El nuevo nacimiento nos hace andar en novedad de vida, en santidad y en amor (Juan 5:24; Efesios 5:8; Romanos 6:4; 2 Pedro 1:4; Gálatas 5:22-23).
- Una nueva identidad. El nuevo nacimiento nos hace hijos de Dios, hermanos de Cristo y miembros de su cuerpo. El nuevo nacimiento nos hace ciudadanos del cielo, peregrinos en la tierra y embajadores de su reino. El nuevo nacimiento nos hace siervos de Dios, discípulos de Cristo y testigos de su gracia (Juan 1:12; Romanos 8:29; 1 Corintios 12:27; Filipenses 3:20; Hebreos 11:13; 2 Corintios 5:20; Colosenses 3:24).
- Una nueva relación. El nuevo nacimiento nos hace conocer a Dios como nuestro Padre, a Cristo como nuestro Señor y al Espíritu como nuestro Consolador. El nuevo nacimiento nos hace entrar en una comunión íntima, personal y eterna con la Trinidad. El nuevo nacimiento nos hace orar a Dios con confianza, adorar a Dios con reverencia y obedecer a Dios con gozo (Juan 17:3; Mateo 6:9; Filipenses 2:11; Juan
Conclusión
El nuevo nacimiento es la obra de Dios en el creyente, por la cual le da una nueva vida, una nueva identidad y una nueva relación. El nuevo nacimiento es la condición indispensable para ver y entrar en el reino de Dios, que se hizo presente en Jesucristo y se consumará en su segunda venida. El nuevo nacimiento es el fundamento y el principio de la vida cristiana, que nos llama a vivir para la gloria de Dios y para el servicio a los demás.
El nuevo nacimiento es un regalo de Dios para nosotros, una muestra de su amor y de su gracia. No podemos merecerlo ni producirlo por nosotros mismos, sino que solo podemos recibirlo por medio de la fe en Jesucristo. Él es el único que puede perdonar nuestros pecados, darnos su Espíritu Santo y hacernos nacer de nuevo.
El nuevo nacimiento es también un desafío para nosotros, una invitación a crecer y a madurar en nuestra fe. No podemos conformarnos con una experiencia pasada o superficial, sino que debemos profundizar y renovar nuestra relación con Dios cada día. Debemos alimentarnos de su Palabra, orar sin cesar, adorarle en espíritu y en verdad, obedecerle con gozo y testimoniarle con valentía.
El nuevo nacimiento es finalmente una esperanza para nosotros, una promesa de un futuro glorioso. No tenemos que temer a la muerte ni al mundo, porque tenemos la vida eterna y el reino de Dios. Tenemos que esperar con anhelo la venida de Cristo, que nos llevará a su presencia y nos dará un cuerpo glorificado. Tenemos que prepararnos para ese día, cuando veremos a Dios cara a cara y le alabaremos por los siglos de los siglos.
: [Juan 3:3] : [Juan 3:16-18] : [Efesios 2:1-10] : [2 Corintios 5:17] : [Juan 1:12-13] : [1 Corintios 12:27] : [Filipenses 3:20] : [Colosenses 3:24] : [Juan 5:24] : [Romanos 8:29] : [2 Pedro 1:4] : [Gálatas 5:22-23]